El Prestamista
Préstame tus labios querida amiga,
quiero saborear las guanabas
que enjuagabas y comías hace poco.
Quiero de la esquina de tu boca, esa miga
de tu pan recién horneado.
Quiero escuchar tus gemidos,
los que guardas con tal celo.
Préstame tus labios, querida amiga,
por toda una vida.
Prometo con mi vida, no devolverlos,
serán de por siempre mi consuelo.
Préstame tus ojos querida amante,
quiero tejer con sus colores,
un tapete con reflejos
de las flores que engalanan
tu paisaje.
Llévame contigo mi amor,
en tu viaje por la vida,
llévame tan lejos,
hasta el límite
de tus infinitos
consejos.
Préstame tu sueño amada mía,
déjame usar tus pestañas
para cerrar
cual ventanas,
mis ojos,
y dejar que el enjambre de estrellas,
titile marcando
los segundos,
como extrañas luciérnagas,
en mis jardines moribundos,
donde los estambres de la noche
en secreto proliferan
más penumbras.
Préstame tu campana, querido amigo,
la de la libertad,
la que para todos tañe.
Bríndame su abrigo,
quiero auscultar su realidad,
para que mi cautividad desempañe.
Ven aquí conmigo,
escúchala trinar
en mi campaña
por mi libertad viva.
Préstame tu regla, querido amigo,
tengo retazos de mi vida que medir.
No, no esa regla,
la otra, tu regla moral.
La que usas en tu diario vivir,
la que tu mujer carga en su yagual
sobre su cabeza,
la que no arreglas
aún teniendo
en tu morral
la potestad
a remediarlo.
Préstame a tu Dios, querido amigo,
quiero con él comparar notas,
quiero ver si en verdad mora
en esferas remotas.
Quiero ponerlo a trabajar
como trabajan los miserables
que moran en esta obscura tierra,
cuyo único destino es bregar.
Te lo devolveré intacto,
mas iniciado en la miseria humana,
sin mancilla alguna.
Ipso facto, inmaculado.
Tommy Duque
Dec-4-2020
Riverview, Michigan
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